El pájaro del alma

TITULO

A mis queridos hijos
Tal, Laliv y Tamar

Hondo, muy hondo, dentro del cuerpo habita el alma. Nadie la ha visto nunca pero todos saben que existe. Y no sólo saben que existe, saben también lo que hay en su interior.
Dentro del alma, en su centro, está, de pie sobre una sola pata, un pájaro: el Pájaro del Alma. El siente todo lo que nosotros sentimos.
Cuando alguien nos hiere, el Pájaro del Alma vaga por nuestro cuerpo, por aquí, por allá, en cualquier dirección, aquejado de fuertes dolores.
Cuando alguien nos quiere, el Pájaro del Alma salta, dando pequeños y alegres brincos, yendo y viniendo, adelante y atrás.
Cuando alguien nos llama por nuestro nombre, el Pájaro del Alma presta atención a la voz para averiguar qué clase de llamada es ésa.
Cuando alguien se enoja con nosotros, el Pájaro del Alma se encierra en sí mismo silencioso y triste.
Y cuando alguien nos abraza, el Pájaro del Alma, que habita hondo, dentro del cuerpo, crece y crece, hasta que llena casi todo nuestro interior. 
A tal punto le hace bien el abrazo.
Dentro del cuerpo, hondo, muy hondo habita el alma. Nadie la ha visto nunca, pero todos saben que existe. Hasta ahora no ha nacido hombre sin alma. Porque el alma se introduce en nostros cuando nacemos, y no nos abandona ni siquiera una vez mientras vivimos. Como el aire que el hombre respira desde su nacimiento hasta su muerte.
CAJONESSeguramente quieres saber de qué está hecho el Pájaro del Alma. ¡Ah! Es muy sencillo: está hecho de cajones y cajones; pero estos cajones no se pueden abrir así nada más. Cada uno está cerrado por una llave especial. Y es el Pájaro del Alma el único que puede abrir sus cajones. ¿Cómo? También esto es muy sencillo: con su otra pata.
El Pájaro del Alma está de pie sobre una sola pata; con la otra -doblada bajo el vientre a la hora del descanso- gira la llave, moviendo la manija, y todo lo que hay dentro se esparce por el cuerpo.
Y como todo lo que sentimos tiene su propio cajón, el Pájaro del Alma tiene muchísimos cajones.
Un cajón para la alegría y un cajón para la tristeza, un cajón para la envidia y un cajón para la esperanza, un cajón para la decepción y un cajón para la desesperación, un cajón para la paciencia y un cajón para la impaciencia. También hay un cajón para el odio y otro para el enojo, y otro para los mimos.
Un cajón para la pereza y un cajón para nuestro vacío, y un cajón para los secretos más ocultos (éste es un cajón que casi nunca abrimos). Y hay más cajones. También tú puedes añadir todos los que quieras.
A veces el hombre puede elegir y señalar al pájaro qué llaves girar y qué cajones abrir. Y a veces es el pájaro quien decide.
Por ejemplo: el hombre quiere callar y ordena al pájaro abrir el cajón del silencio; pero el pájaro, por su cuenta, abre el cajón de la voz, y el hombre habla y habla y habla.
Otro ejemplo: el hombre desea escuchar tranquilamente, pero el pájaro abre, en cambio, el cajón de la impaciencia: y el hombre se impacienta.
Y sucede que el hombre sin desearlo siente celos; y sucede que quiere ayudar y es entonces cuando estorba. Porque el Pájaro del Alma no es siempre un pájaro obediente y a veces causa penas…
De todo esto podemos entender que cada hombre es diferente por el Pájaro del Alma que lleva dentro. Un pájaro abre cada mañana el cajón de la alegría; la alegría se desparrama por el cuerpo y el hombre está dichoso.
Otro pájaro abre, en cambio, el cajón del enojo; y el enojo se derrama y se apodera de todo su ser. Y mientras el pájaro no cierra el cajón el hombre continúa enojado.
Un pájaro que se siente mal, abre cajones desagradables; un pájaro que se siente bien, elige cajones agradables.
Y lo que es más importante: hay que escuchar atentamente al pájaro. Porque sucede que el Pájaro del Alma nos llama, y nosotros no lo oímos.
¡Qué lástima!
Él quiere hablarnos de nosotros mismos, quiere platicarnos de los sentimientos
que encierra en sus cajones.

pajaroHay quien lo escucha a menudo.
Hay quien rara vez lo escucha.
Y quien lo escucha sólo una vez.

Mijal Snunit
(ver Pizarra Noticias)

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SELLOZZ

La muchacha fea

CARAVANA

En la época anterior al reinado de Mahdi, vivía en Sudán un pobre hombre que tenía más hijos que dedos en las manos.
-Un auténtico puñado de felicidad, Subhan Allah (Alabado sea Alá) – decía a sus amigos.
Porque sus hijos podían ayudarle a trabajar la tierra, sembrar y recoger la cosecha.
-Una chica es como una piedra en el vientre de su madre -decía, esperando que su mujer le diera más hijos varones.
Pero su mujer no pensaba igual. Un hijo servía para ayudar en el campo, pero no para ayudarla a ella en casa. Ella deseaba una hija.
-¿Quién dispondrá mi cuerpo cuando muera? -preguntaba a su marido-. ¿Quién cerrará mis ojos, me amortajará y acomodará mis miembros? Eso no es tarea para un chico.
Pero no se ponían de acuerdo. Y una noche, la mujer fue a consultar con un santo fakir.
-Aunque soy muy pobre – le dijo-, te daré el primer becerro de este año si haces que mi próximo hijo sea una niña.
MUJER PERFILEl fakir cerró los ojos y fue preguntando a la mujer su nombre, el nombre de su madre y el de su abuela. Pasó un rato sentado, inmóvil con las piernas cruzadas, después se levantó y tomo un gran cuenco lleno de leche de camella. Hizo algunos signos sobre él y musitó varias oraciones en comunicación con los santos espíritus. Hecho lo cual abrió los ojos y, tomando una botella, la llenó de leche de camella.
-Espera hasta la nueva luna nueva -dijo la mujer-. Entonces, lávate con esta leche durante siete noches. Alá es bueno y te nacerá una hija.
La mujer tomó la botella, le dio las gracias e hizo exactamente lo que le había mandado. Cuando llegó la luna nueva, se lavó todo el cuerpo con la leche de camella durante siete noches. Con el paso de los días su vientre comenzó a hincharse y, cuando le llegó el día, dio a luz una niña.
La mujer estaba muy contenta. Ayunó varios días e hizo oraciones en señal de agradecimiento, pidiendo a los santos espíritus celestes y de la tierra que protegieran a su hija y la hicieran feliz.
También su marido, al ver a la pequeña, se encariñó mucho con ella. Se abstuvo de comer y beber durante cuatro días completos y ofreció sus oraciones en acción de gracias a Alá, el Todopoderoso.
Sus muchos pariente y amigos, al saber la noticia, acudieron desde distintas partes.
-Mabrook, mabrook -decían todos ellos al presentar sus congratulaciones.
La niña fue creciendo, feliz y amada por todos. Aunque da pena decirlo, una nube negra ensombrecía sus años, que iban aumentando: cuanto mayor se hacía más fea se volvía.
Tan desagradable era su aspecto, que su desesperada madre, por miedo a que la chica se pudiera volver loca con su propia visión reflejada, escondió todos los espejos de la casa y prohibió a los visitantes que le llevaran alguno.
A pesar de sus desagradables rasgos, la joven era amable y modesta en extremo. Su buen carácter hacía que todos la quisieran y tenía muchos amigos. Pero cuando se hizo mayor, ningún hombre la cortejaba ni la pedía por esposa. Era tan poco atractiva que, con el paso de los años, sus padres se preguntaban si alguien querría casarse con su hija.
veloblancoLa madre visitó a varios santos fakires, pero no pudieron ayudarla. Un día, ante el asombro de todos, un primo de la muchacha, un joven y hermoso hombre con una gran fortuna, llegó a pedir su mano. Todos se alegraron mucho.
Como era costumbre, las fiestas nupciales comenzaron cuarenta días antes del matrimonio, y todos los amigos y parientes llegaron para desear larga vida y muchos hijos a la feliz pareja. Pero, sus rostros mostraban lo que estaban realmente pensando. ¿Por qué elegía una hombre tan apuesto y guapo por esposa a una joven tan fea? En la comarca había muchas jóvenes lindas.
La joven no se dio cuenta de que algo no iba bien. Después de todo, se decía, era costumbre tomar esposa de entre los parientes antes que elegir una extraña. Así que se unió inocentemente a los festejos, sin pensar, como hacían los demás, en la suerte que había tenido.
Entre los invitados había una muchacha cuyo corazón estaba cargado de dolor y envidia; amaba desde hacía tiempo al hermoso primo y, aunque era la mejor amiga de la chica fea, creía que hubiera sido mejor que ella se casara con el primo. Porque ella era rica y hermosa, una gema brillante al lado de la pobre y fea muchacha. Cuando oyó hablar por primera vez de aquella boda, se rió cruelmente y dijo:
-Esperad que vea su cara; enseguida cambiará de opinión.
Pero se equivocó. El apuesto pretendiente en absoluto pareció darse cuenta deAGUA algo. De modo que cuando la joven rica vio que lo había perdido, empezó a maquinar un cruel plan. Fue a ver a su amiga y le preguntó inocentemente:
-Amiga mía querida, dime ¿te has visto alguna vez la cara?
La joven la miró con asustados ojos:
-Pues no -contestó francamente-. Pensándolo bien, nunca me la he visto.
-Entonces, deberías vértela -dijo rencorosamente la muchacha. Se dio media vuelta y se fue.
Nada más irse su amiga, la muchacha fea empezó a pensar en cómo sería realmente ella. Porque aquellas palabras habían metido en su mente una semilla que iba creciendo y creciendo. Fue a su madre y le pidió un espejo para mirarse.
¿Por qué quieres ver tu rostro antes de la boda? -dijo angustiada su pobre madre-. Os traería mala suerte a los dos.
Pero cuanto más intentaba la madre apartarla de aquella idea, más deseaba la muchacha ver sus facciones. Espero a que el sol se pusiera; a la clara luz de la luna, salió a escondidas y se dirigió al río.
La brillante luna estaba en su decimocuarta noche e iluminaba las tranquilas aguas del río como el fuego el oro pulido. Con el corazón latiendo rápido, la muchacha entró en las frías aguas y, cuando le llegaron hasta las rodillas, se inclinó para mirarse en ellas. Por primera vez en toda su vida se vio la cara.
Tan horrible era, que lo único que pensó fue en morir allí mismo.
-¡Nadie volverá a ver mi cara! -gritó. Pero no podía ahogarse en el río, porque, pensó, la gente llegaría y vería su espantosa cara, y murmuraría sobre su fealdad.
No, se adentraría en el desierto y moriría allí sola, lejos de cualquier lugar habitado. Los buitres acudirían y picotearían su carne y sólo quedarían sus huesos calcinados por el sol. Y, llorando muy amargamente, se adentró en el desierto.DESIERTO NOCTURNO
No había caminado mucho cuando oyó una suave voz a sus espaldas:
-Muchacha ¿qué te trae por aquí a estas horas?
Atemorizada, se puso el velo en la cara antes de volverse a mirar. Se quedó sorprendida al ver a una hermosa joven, con ricos y extraños vestidos, que caminaba tras ella. La joven hermosa sonrió tan dulcemente que pronto desapareció el miedo de la muchacha fea. Después de que aquélla siguiera hablándole cariñosamente, la muchacha fea descargó su triste corazón y le contó su historia y sus intenciones.
-Mi primo, evidentemente se apiadó de mí porque ningún otro hombre me querría. Es muy rico y hermoso, y yo soy pobre y fea. Tengo que morir para librarle de su promesa. No hay otra solución.
MUJERBELLA-Mírame -dijo dulcemente la extranjera- ¿Crees que tu primo desearía casarse conmigo?
La joven miró tristemente aquel rostro que parecía una flor.
-Eres muy hermosa, desde luego que lo eres. Muchos hombres quisieran casarse contigo.
-Pues así es como te ve tu primo. Porque, en realidad, yo soy tu Buen Corazón. Estoy contigo continuamente, noche y día. La belleza del corazón es lo que hace realmente bella a una persona. Así que vuelve a tu casa y vive tranquila y feliz.
Y la extranjera se desvaneció en la noche.
La joven volvió a su casa y se acostó en silencio. Pocos días después, se casó con su primo, y juntos vivieron el resto de su vida.flores

Antiguo cuento sudanés.
Recopilación y adaptación James Riordan  

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